Five Men Running: The Spanish story hour (last updated Oct 25th)


log in or register to remove this ad

- Un momento –protesta Rigtar- Lo primero es que a nosotros ni nos va ni nos viene quién se siente en el trono del Dios. Lo segundo es que eso no tiene nada que ver con Tahi, y lo tercero es que hasta ahora nadie ha mencionado nada de ganar una moneda. Y no me gusta cómo suena eso del Reino de los Dioses muertos.

- Bien, yo sé qué es un Reino –contesta Azhel- es un mundo paralelo, con al menos una porción coexistente con el mundo material. Sospecho que en ese Reino en concreto es donde se llevan los cuerpos de los Dioses muertos para ser sepultados.

- Correcto. El lugar fue construido por el Dios hace siglos antes de morir, y está protegido por numerosos guardianes y el secreto más profundo; sólo tres sacerdotes la conocen, los tres Altos Sacerdotes de la ciudad de Shanib.

- Entonces el lugar está más allá de nuestro alcance.

- No necesariamente. Estimamos que existe una persona que conoció el lugar, y conocemos su paradero.

Imtohep responde agriamente:

- Conocemos, estimamos... ¿de quienes hablas, Senhut?

- Me temo que hablo en nombre de los sacerdotes de Kantut.

- Eres una rata traicionera, Senhut. Me aseguraste que mantendrías secreta nuestra presencia.

- A veces hay que hacer lo que hay que hacer, a pesar de los sentimientos personales.

- ¿Eso quiere decir que el asunto de la sacerdotisa es cosa vuestra? ¿A qué venía lo de los ángeles?

- Estábamos al tanto del asunto de Tahi, pero ni estábamos implicados ni hemos oído hablar hasta ahora de ángeles o demonios involucrados. Esos se dedican a sus propios asuntos.

- Nada de eso. Nercoth era un ángel transfigurado.

- Eso es... un dato interesante... que puede complicar las cosas. Volviendo al asunto del Reino, si volvéis con la información que estamos buscando podréis nombrar vuestra recompensa, y os daremos un adelanto por habernos traído a Tahi. Seréis ricos para el resto de vuestros días.

- ¿Y si nos negamos?

Senhut se encoge de hombros.

- Seréis unos pobres fugitivos por el resto de vuestros días.

La discusión que se monta a continuación es monumental, pero termina con todos ellos aceptando, aunque sea a regañadientes, la oferta del escriba. Una bolsa de lino con diez piezas de oro cambia de manos, y Shanib y Tahi se pierden en su litera cubierta camino de la ciudadela.

Poco después el grupo se dirige de nuevo al puerto fluvial buscando un barco que los lleve al norte. No tardan mucho en encontrarlo y producirse el intercambio de monedas de rigor. Pasados unos minutos llega la hora de emprender la marcha.

- Explícame de nuevo qué es lo que vamos a buscar –dice Wojann-

- Según Senhut, y me parece recordar que es cierto –contesta Imtohep- hubo una rebelión de parte de los sacerdotes de la ciudad de Ishnah. Parece que fueron descubiertos practicando magia prohibida, pero antes de ser atrapados consiguieron huir llevándose con ellos buena parte de los rollos de papiro de la biblioteca. Sus nombres fueron borrados de los registros; yo no sabía nada de que eso hubiera ocurrido.

- ¿Y qué? Sólo tres sacerdotes de Shanib conocen el lugar donde está el Reino.

- El líder de los magos renegados era uno de los Altos Sacerdotes de Shanib.

Nuestros héroes abordan el barco, un bote de unos 30 pies de largo impulsado por remos y se ponen cómodos en la popa mientras se sueltan amarras.

- Los magos huyeron al norte, a los Picos de las Tormentas, y fundaron allí una secta. Al parecer se llaman a sí mismos Esclavizadores.

- No me gusta cómo suena eso. ¿Se supone que vamos a ir hasta allí y pedirles amablemente que compartan con nosotros un conocimiento secreto?

- Hmmmm... ¿Sí?

- Ah. Que bien. Me encanta. Ese alto sacerdote debe haber muerto hace mucho. ¿Y si el secreto se ha perdido?

- Es un riesgo que tendremos que correr.

- Mierda. –Azhel parece perder por un momento sus modales al interrumpir la conversación de tan mala manera-

- ¿Qué ocurre?

- Alguien nos espía –dice Azhel- Preparaos para lo peor.

Cada uno prepara sus armas, ignorando qué puede ocurrir a continuación. De repente, el aire riela encima del muelle y del mismo viento surge un grupo de horribles demonios.

Cuatro de ellos, los más pequeños, son formas retorcidas y escuálidas con alas de murciélago y un largo cuello que soporta una cabeza reptiliana; su boca humea con fuego contenido. Otros dos, mucho más grandes, son unas formas humanoides, deformes a causa de su tremenda musculatura y vestidas con una armadura que recuerda a un caparazón insectoide repleto de púas, pero mirándolos mejor se distingue que es su propia protección natural. Empuña cada uno una maza dotada de crueles cuchillas.

Y por encima de ellos dos, otra presencia; un guerrero cuya armadura completa sólo contiene a medias un resplandor ígneo. Sostiene un negro escudo a un lado y su mano alzada reúne rápidamente una esfera de llamas. Ninguno de los demonios hace mucho caso de los gritos de alarma, ni de los guardias que se aproximan.
 


Rurikk es el primero en reaccionar disparando con su arco corto a uno de los diablos voladores. Y luego...

...El demonio de fuego termina de construir la esfera y la lanza hacia el barco con todas sus fuerzas. La esfera impacta en el centro de la popa y estalla con la potencia de un huracán de llamaradas, haciendo volar a todos los ocupantes. Los diablos con alas se unen a la carnicería lanzando chorros de llamas sobre el barco; nuevas ascuas vuelan por los aires y el barco comienza a escorar. Una columna de humo sube del navío incendiado y el demonio se las promete felices. Ha acabado con todos ellos en un abrir y cerrar de ojos.

Es entonces cuando Wojann surge del humo, chamuscado pero no herido de gravedad, y salta del barco, atravesando espigón, botes amarrados y muelle con la agilidad de un pantera. De un salto espectacular, gritando a pleno pulmón, se eleva hasta la altura del demonio, empuñando su arma con las dos manos y apuntando al centro del pecho...

... y el demonio se aparta por muy poco. Wojann rebota en la pared de un almacén y cae en un montón de sacos haciendo girar el salan. El diablo frunce el ceño debajo de su yelmo e invoca una gran nube gris en el muelle. Wojann se pierde en ella como un barco en la niebla.

Mientras, una de las enormes figuras insectoides se ha alejado para combatir y distraer a los guardias y la otra dispara extraños proyectiles de fuerza con su maza. Uno de ellos impacta en Rigtar y casi lo tira del barco en llamas; el otro golpea el mástil, que acaba de romperse y cae sobre la proa levanzando una nube de chispas. Azhel contraataca con una columna de llamas que envuelve fugazmente al demonio, que se limita a humear impasible. Imtohep manipula las dimensiones alrededor de uno de los diablos con alas, retorciéndolo brutalmente; cae al río como un guiñapo desgarrado. Luego trata de escapar de las llamas lanzándose al río. Rurikk ya está en el espigón, y Rigtar lo sigue después de que Azhel use con él su conjuro curativo; parte de la quemaduras de Rigtar desparecen como si no hubieran existido.

Desde el agua, Imtohep trata de asaltar la mente del demonio de fuego, medio esperando que la criatura sea inmune a los poderes mentales, pero afortunadamente logra sobrepasar las defensas del demonio y éste grita desesperado cuando Imtohep infesta su mente con todo el dolor que es capaz de imaginar. Pero el diablo no está dispuesto a soportar semejante castigo; su imagen se desdibuja y desaparece del aire para reaparecer justo encima de Imtohep, que flota indefenso en el agua, y le golpea con todas sus fuerzas con su enorme espada de llamas. El psíquico grita y se hunde por la fuerza del golpe; Azhel, preocupado, libera una ráfaga de serpientes translúcidas que golpean al diablo. Éste grita una orden y los diablos alados vuelven a lanzar fuego sobre Azhel, pero éste no hace caso de las llamas, protegido por algún tipo de energía mágica.

Imtohep surge del agua tratando de recuperar aire y manifiesta un área ilógica a su alrededor intentando protegerse de los ataques del demonio. El espacio se comba y retuerce a su alrededor, estorbando el movimiento.

Mientras tanto, el demonio insectoide se prepara para lanzar más relámpagos y Wojann, atrapado por una niebla con la consistencia del barro lucha por salir. Extrayendo de sí toda la potencia de la que es capaz, se abre camino a través de la niebla sólida hasta surgir como el tapón de una botella, dándose de narices con el gigante de la maza. Con una pirueta, evita el primer mazazo y un pisotón, esquiva el siguiente golpe de un salto, pero no ve llegar el último, sólo salvándose de la muerte al interponer el mango del salan; si no, los garfios lo hubiesen destripado. En ese momento el demonio gruñe de dolor; Rurikk, saltando desde atrás, se le ha montado en la enorme giba que son sus hombros y le ha clavado la daga entre las placas. El monstruo se gira tratando de quitarse de encima a Rurikk, sólo para encontrarse de cara con el martillo de Rigtar. El golpetazo que sigue hace rechinar los dientes al grupo, pero, increíblemente, el demonio sigue en pie, a pesar de tener hundido el cráneo. Un jugo amarillo brota de la herida, y la maza se abate sobre Rigtar, no logrando atravesar del todo la malla.

Wojann no pierde su oportunidad. Taja la pierna del demonio, le alcanza en el tórax con un revés y luego le hunde el salan en la boca. El demonio se desploma hacia atrás, muerto, entre un salpicón de licor repugnante, y los héroes se permiten un segundo de respiro.

Se escucha un silbido; un cohete vuela certero, su explosión hace describir una parábola a otro de los demonios de alas de murciélago. Siguiendo el rastro con la vista, todos pueden ver a un soldado con un lanzador aún humeante, que se felicita a sí mismo. Azhel achicharra a los dos restantes. Viéndose solo, el demonio de fuego habla a Imtohep:

- Sólo has tenido suerte. La próxima vez, estaremos mejor preparados; y entonces...

Su figura parpadea brevemente y se desvanece en el aire.
 


Me alegra que te de esa impresión, porque era exactamente ese tono el que quería darle.

Y es sorprendentemente sencillo de hacer en el juego. Con unas descripciones adecuadas, unos jugadores motivados y dar algo de manga ancha cuando se trata de hacer según qué cosa, puede variarse totalmente el sabor del juego.
 

Someone said:
Me alegra que te de esa impresión, porque era exactamente ese tono el que quería darle.

Y es sorprendentemente sencillo de hacer en el juego. Con unas descripciones adecuadas, unos jugadores motivados y dar algo de manga ancha cuando se trata de hacer según qué cosa, puede variarse totalmente el sabor del juego.

Exactamente :)
Y unas cuantas modificaciones a las reglas de saltos y acrobacias tambien ayudan.
De todos modos, si auieres una mina de ideas para "mangaficar" tus partidas, pillate el Feng Shui. Hazlo, no te arrepentiras, confia en mi. En serio.
 

Me pillas un pelín tarde, porque lo tengo desde hace tiempo... de hecho me lo compré después de leer "six in the chamber", (sí, la del Dr Midnight) Y desde luego, he aprovechado muchos de los consejos que aparecen en Feng Shui para mis partidas de D&D. Es un cambio de metalidad fuerte respecto al punto de vista tradicional, el del DMG. Caramba, ya no pienso en los combates como en "encuentros" sino como en "secuencias de acción" y los planeo para que sean tan espectaculares como sean posible.
 

Y el resultado se nota, en tus partidas y en la historia. Me encanta como describiste la ultima "secuencia de accion" :)
 

Azhel e Imtohep ganan el espigón, reuniéndose con los otros.

- Otra emboscada –se queja Azhel- Ésta ropa cuesta dinero, y no me gusta que un día si y otro también venga un bicho de esos a lanzarnos un conjuro de fuego, una explosión, o lo que quiera que en ese momento les de la gana.

- Bueno, pero estamos vivos. Y seguro que no es la primera vez que luchas con demonios. –dice Rigtar-

- No, desde luego –contesta Azhel mientras reparte algunos conjuros reconstituyentes- Pero prefiero ser yo el que los cace y no ellos los que me cacen a mí.

Con tiempo ahora para echar un vistazo, el grupo descubre la lucha que llevó a cabo el otro demonio insectoide. Acabó con varios guardias del puerto, siguiendo después con un cortejo funerario que llevaba las cenizas de un difunto a ser arrojadas al río. Destrozó parte de los canales de irrigación y dispersó a los campesinos antes de enfrentarse a los guardias, que lo acosaron con lanzas y flechas negras y cohetes hasta derribarlo. Ahora los soldados se felicitan, fanfarroneando sobre el enorme cuerpo del demonio mientras los campesinos tratan de reparar el canal.

Otros soldados miran al grupo con un respeto cauteloso, y terminan por abrir paso a otro guardia, alto y ancho de espaldas, con cabeza de halcón, que empuña un lanzador sin su cohete. Varios explosivos cuelgan de una correa que le cruza el pecho protegido por una malla –símbolo de estatus- Caminando bajo el sol, termina por llegar al lugar donde está el grupo y se quita los anteojos de protección.

- Vosotros –termina por decir después de una larga pausa- no sois dioses. Pero habéis matado a esos infernales. ¿Quiénes sois, que derrotáis seres que necesitan de treinta hombres equipados con armas poderosas para caer, y porqué os acosan los demonios?

- Somos seres humanos –contesta rápidamente Imtohep- y es por eso que los demonios nos atacan. ¿Necesitan otra razón? Y dos de nuestros compañeros son cazadores de monstruos de Henmiar; profesionales de las sociedades de duelo, que han hecho esto muchas veces.

El soldado, obviamente un oficial, frunce el ceño.

- ¿Qué hacéis en la ciudad?

- Sólo estamos de paso. Uno de los demonios atacó e incendión el barco en el que viajábamos río arriba.

- En ese caso tardaréis un tiempo en encontrar otro. Mientras tanto vayamos al carganasar.

- ¿Qué?

- Creo haber hablado claramente. El sol cae con fuerza. Vayamos al carganasar y tomemos un té.

Aunque el grupo no se explica el porqué de ésta súbita invitación, no encuentra mucho motivo (ni ganas) de rechazarla. Pronto están sentados ante sendos cuencos de cerveza o té de kal en una buena habitación del carganasar, mientras los soldados esperan fuera.

Imtohep saborea con concentración el licor y deja la vasija en el suelo. Los demás lo imitan en medio de un tenso silencio.
 

Remove ads

Top